¡Al fin puedo sentarme a escribir algo!
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Luego de la Batalla de San Marcos, aquel memorable 19 de Enero, he tenido que recuperar fuerzas (y cerebro) para poder articular mis falanges, el concierto de Metallica fue, en una sola palabra, brutal, nada más puedo comentar ya que faltarían palabras para describir lo vivido en aquella gesta, por mucho que viva nunca podré olvidar aquella noche en el concierto, llegué a Tierra Santa, tomé Jerusalén y al final, ambadurnado de sangre y polvo, de sudor y tierra, ingresé en la capilla del Santo Sepulcro a dar gracias por la victoria ¡JA!
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Febrero pasó demasiado rápido, mis vacaciones fueron sólo un suspiro, como de costumbre mi esposa también tomó las suyas lo cual, en este tiempo, significó realizar algunas actividades que poco o nada me interesan y pasando el tiempo en lugares que no llaman mi atención, esto lo comento porque tuvimos que hacer varias cosas legales, firmas, cuentas, seguros, cartas, y trámites que hacen perder el tiempo y ver gente fea ¡JA!, felizmente que eso duró solo una semana, lo rescatable fue que uno de esos días lo pasamos con mi hermano Daniel, fuimos a almorzar a Mi Propiedad Privada y para culminar el dìa al San Antonio de San Isidro (al costado de mi oficina para variar), otro dìa salimos con una pareja de buenos amigos, acudimos al Eliazar y de ahí al Delphus Bar la pasamos en rock'n roll, esos días salvaron toda la monotonía de la primera semana de vagancia.
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Mi amigo, mi hermano Daniel, vino de Canadá, obviamente de vacaciones e igual que yo pasó su primera semana en lo mismo, realizando actividades que más que distraerlo terminaron por acabar con los pocos ánimos con los cuales había aterrizado, felizmente coincidimos en libertad en la última semana, la cual disfrutamos segundo a segundo.
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Mi esposa para mí es lo máximo, como supongo lo serán las esposas, esposos y/o parejas de mis fieles lectores. Pasar tiempo con ella es bacán, divertido, es un tiempo feliz, muy feliz a pesar de mi aburrimiento, porque aburrido soy, es más, aburrido y egoista pues solo disfruto de las cosas que me gustan, el resto ni me interesa, aún así, con el score en contra, mi gran pareja sabe como hacerme feliz y siempre voltea el marcador, supongo que muchos de Ustedes pasan por lo mismo, pero nada se compara en compartir tiempo con los amigos de toda la vida, pues ellos son los que conocen nuestras más oscuras historias así como nuestros más brillantes eventos, es por eso que me causa mucha gracia cuando escucho a alguna bien casada decir "yo conozco a mi esposo como si lo hubiese parido" una afirmación tan ingenua como inútil, pues ni siquiera nuestras madres nos conocen tanto como los amigos de toda la vida, por ejemplo, mi mamá cree que a mi me encanta el bisteck con cebolla salteada lo cual no es verdad, lo que pasa es que nunca se lo he dicho porque no quiero entristecerla, en cambio Daniel sabe que a mi me gusta el bisteck solo. Recordemos que nuestras parejas han llegado hasta nosotros con caretas, armaduras, fortalezas, murallas y disfraces, blindajes que ni siquiera el tiempo puede quitar, pero, nuestros amigos nos conocen desde siempre, conocen nuestros gestos, nuestros gustos, nuestros códigos de defensa y ataque, ninguno de ellos se sorprende con alguna de nuestras extravagancias, ellos nos conocen al desnudo y esto en mi caso es tanto literal como figurado, nuestros amigos nos quieren tal como somos, no quieren un lord ni una lady, no quieren a un Rambo ni a una Gilda, no quieren a un Gordon Gekko ni a una Lara Croft solo nos quieren a nosotros, tal como somos, con el cabello largo y revuelto, sin rasurar, con panza, rollos y sin maquillaje, con estrías y arrugas, con várices y menopausia, con eructos y pedos, con blue jeans y polos, en Armani o en Gamarra Store nos quieren con la inocencia de cuando nos conocieron, mi amigo, mi hermano Enrique aún recuerda cuando nos hicimos patas en el colegio, ¿Saben como? compartiendo una pelota de fútbol, mi hermano Daniel aún recuerda las veces que pasábamos a oscuras en su cuarto por el simple hecho de que ni él ni yo queriamos levantarnos de la cama a encender la luz, mi hermano Gerardo siempre me hace mención de la antorcha en forma de zeppelin que hicimos cuando adolescentes, los cuatro nos conocemos al dedillo, sabemos nuestros vicios, nuestros gustos, nuestras perversiones, nuestros sueños, nuestras debilidades y fortalezas, y así supongo que funciona la amistad, recuerdo una noche en casa de Gerardo, estuvimos conversando con otras personas, otros interlocutores, acerca de los derechos humanos, y yo di un discurso magistral que causó admiración, algo heroíco, grandilocuente y hermoso, en un aparte Gerardo se acercó a mí y me susurró "Lo que dijiste ni tu mismo te lo crees, siempre serás un fascista, Sieg Heil Master!" ¡JA! luego nos reimos a mandíbula batiente, "La hice bien ¿no?" le dije, nuestros amigos aceptan nuestro cinismo de la manera más divertida, lo rescatable es que nos conocen, no les podemos vender gato por liebre, ellos tienen el firewall más excepcional del universo.
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En Febrero la pasé con mis amigos, fue una semana repleta de travesuras propias de niños, no sé porqué pero cuando uno se junta con los amigos se pierde toda la compostura y el garbo, toda la elegancia y las buenas maneras, ¡JA!, increible, un día almorzamos en casa de mi madre, Daniel, Enrique y yo sentados a la mesa, el mantel largo, rodeados de antigüedades, en casa de mi mamá los objetos más jóvenes tienen 80 años, son unos platos de porcelana inglesa, nosotros sentados alrededor de la enorme mesa, muy propios, peinaditos, modositos y bonitos, utilizando 5 cubiertos, 4 copas y demás parafernalia, un momento de fotografía, mi madre orgullosa de los tres, recordando que somos buenos hijos, recordando que somos niños bien (las madres siempre nos recuerdan como niños), mucho cariño, mucha nostalgia, mucha educación, quien iba a pensar que ese mismo día luego de ese cuadro familiar con olor a Yardley ibamos a terminar desparramados en el DisFruta de San Borja, yo echado sobre un sofá emulando a un sultán turco, Kike mirando al techo con los pies sobre la mesa y Dani igual, mostrando la panza y contando las zigzageantes formas del borde de una hoja de palmera, pero los tres despeinados, luciendo lentes de sol, eructando cual bárbaros a vista y paciencia de los distinguidos comensales ¡JA!, y nuestra conversación, tan sexual como Alexis Texas, tan banal como Paris Hilton, nuestros prodigiosos cerebros en "off" existiendo sólo por instinto en nivel sub-ameba, pasamos unas tres horas en ese estado sublime y sólo consumimos ¡Un jugo!, bien dice Daniel ¡La vida es buena!.
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En Febrero también fuimos a la playa, a "lagartear" como en nuestros tiempos de colegiales, a estar desparramados sobre las piedras de la mejor playa del Perú, Cantolao, tomando fotos a las gaviotas y a una que otra fémina en tanga, al Humboldt y al Yatch Club, a los platos de cebiche y a los catamaranes, en dos oportunidades nos soportó el Mar de Grau, comprobando una vez más que pasarla con los "broders" es más que divertido, recordando los linajes que provienen de tradiciones mitopoyéticas, meditando sobre el buen uso del flagellum en las sesiones sadomasoquistas y hablando de sexo, drogas, rock'n roll y carros, tratando de ubicar una ñusta perfecta, de alguna panaka imperial, de piel cobriza y brillante, de cabello azabache, para que tenga el honor de pasar el resto de sus días al lado el buen Daniel.
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Febrero se fue y con él Daniel, Enrique volvió a los trámites de su empresa y yo volví al banco más grande del mundo, el cerebro se puso en "on" y una vez más cada uno se colocó su armadura, utilizamos nuestra panoplia y así armados hasta los dientes retornamos al cruel mundo real, volvimos a nadar entre tiburones a probar una vez más que cada uno de nosotros es lo máximo en su área de desempeño, Dani en Toronto quiere volver todos los fines de semana, Enrique añora la playa como nunca y yo dejé mi mente en los acantilados de Miraflores.
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Cuando volví al trabajo había olvidado mis contraseñas y alguno que otro procedimiento, siendo un experto en AS400 había olvidado que a pesar de tener un menú mandatorio siempre se puede presionar la tecla ESC para acceder a otro menu desde donde es posible cambiar atributos del usuario, en este caso como mi contraseña había sido reiniciada debía cambiarla, pasaron tres días hasta que me atreví a pedir ayuda, todo el mundo se sorprendió (mis amigos no lo hubieran hecho) y un colega me hizo recordar el tema, finalmente pude cambiar mi contraseña, luego de eso y de mil y un situaciones por el estilo, mi partner Carlos al irse de la oficina me dijo "Oe tu cuerpo está aquí pero tu mente continúa de vacaciones... dile a tu mente que vuelva" y carcajeándose se fue.
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Hoy mi mente volvió, ya es Marzo, no se imaginan como extraño Febrero, como extraño a mis amigos, extraño sus abrazos, sus besos sus bromas, sus alegrías, sus tristezas, sus momentos de ira y los de calma, la amargura y la frustración, la alegría y el éxito, el miedo y la resolución, extraño las charlas históricas con Enrique, los "lateos" eternos con Daniel, los bellos sueños con Gerardo, extraño la compañía de los tres, cada uno de ellos supliendo alguna de mis deficiencias y taras y yo las de ellos, en fin, espero envejecer a su lado, asi de jubilados compartiremos mi casa cubo en la Isla San Lorenzo y tendremos tiempo para pescar, navegar, pasear y recordar nuestras viejas glorias hasta que cada uno parta hacia la eternidad, ángeles nos aguardan.
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Antonio Gamio