
No hay peor ciego que el que no quiere ver, estos militares de pacotilla están postrando de rodillas a nuestra patria ante la amenaza sureña, y el gobierno se une a esa humillante ceremonia, todo para llenar sus bolsillos con dinero sucio proveniente de las coimas.
Anoche me enteré que en el mes de Setiembre el gobierno holandés ofertó 80 Leopard 2A6 (los chilenos poseen los 2A4) a un precio de USD 2.5M c/u, full equipo "ready to fight" y otros más a USD2.1M "on site", Krauss-Maffei-Wegmann ofreció una visita a la feria de armamento que se realizó en aquel mes en London y luego una gira por la fábrica de los Leopard en el mismo corazón de Deutschland, se hicieron oidos sordos y nadie informó al ministro Rey, la oferta se perdió en Octubre.
Actualmente el gobierno alemán nos está ofertando 12 caza-bombarderos Euro-Fighter, superiores a los F-16 que posee Chile, ¡toc, toc! ¿Hay alguien allí?, no se oye nada, pues estamos apostando por repotenciar los MIG-29 que ni siquiera pueden volar, es como arreglar una TV de 14" a colores de los años '70 para competir con un HDTV de 42" actual.
Las visiones historiográficas están en evolución, no son un producto acabado ni definido. Por el contrario, guardan relación con los cambios que se operan en los países y en el mundo presente. Cuando la Guerra del Pacífico aún no había terminado ya estaban apareciendo los primeros libros sobre ella, tanto en Chile como en el Perú. En Chile Vicuña Mackenna escribe durante la guerra y en el Perú Mariano Felipe Paz Soldán publica un libro integral de tres volúmenes en 1881, el mismo año de la caída de Lima. Paz Soldán era un geógrafo, historiador y político, y después de la Batalla de San Juan de Miraflores se exilia en Argentina y en poquísimos meses publica los tres tomos. En este libro Chile aparece como un país ambicioso, agresor, que se había preparado con anticipación para la guerra; y los peruanos, por el contrario, somos definidos como un pueblo más bien ingenuo, americanista, solidario, partidario más de la defensa continental que de la defensa propia. Esa es la visión inicial y fue escrita en medio de los cañonazos. De ahí para acá se ha venido refinando la respuesta a la pregunta fundamental, que es la pregunta del vencido: ¿por qué perdimos la guerra? Es una pregunta de contenido dramático, que nos obliga a interrogarnos sobre nosotros mismos. Este tipo de reflexión aparece ya en el siglo XIX con Manuel González Prada.
Antonio Zapata Velazco
Historiador
El Comercio, 6 de Abril de 2008
Adiós a las armas.
Antonio Gamio
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