lunes, 10 de enero de 2011

Desayuno en América


Los yankees alucinan, asumen y proclaman que América es sólo su país, lo cual es mentira porque América es todo el territorio comprendido desde el Océano Glacial Ártico hasta el Cabo de Hornos y como esto es tácito puedo afirmar que desde el 01 de Enero de 2011 he disfrutado de los mejores desayunos en América, lo cual no siempre sucede pues los apuros del trabajo y demás actividades generadoras de dinero siempre hacen del desayuno algo rutinario.

He gozado de un descanso de diez días los cuales necesitaba con urgencia, de esos diez días, siete fueron mi máximo deleite, mis vivencias se iniciaron con un full day de relajo infinito y atenciones propias de un dios pagano y culminaron con la graciosa visión de una encantadora y “modosita” diosa de la belleza embutiéndose una lechuga, obviamente por accidente pues no calculó que el vegetal se expandiera dentro de su cavidad bucal.

El mar fue el paisaje elegido para mi descanso ¿Cuándo no? Me gustaría morir en el mar, lamentablemente el ahogamiento es horrible de lo contrario ese lugar sería el indicado para acabar mis días en este mundo, en todo caso que mis honras fúnebres sean realizadas al estilo vikingo, que coloquen mi cuerpo en una chalana y ya en mar abierto le prendan fuego y que la mujer del no tiempo recite este poema heroico mientras mi cuerpo es consumido por el fuego:

Lo there do I see my father.
Lo there do I see my mother, my sisters, and my brothers.
Lo there do I see the line of my people back to the beginning.
They do call for me,
They bid me take my place among them in the halls of Valhalla,
Where the brave may live forever.

No iré al Valhalla cuando muera pero la figura heroica me sienta bien, me sienta tan bien como todos aquellos desayunos en América que disfruté sobre la cama, todos exquisitos, místicos, divinos, con mi mente y mi corazón dispuestos a obtener el mayor placer posible en cada mordida, en cada bocado, en cada sabor y olor, en cada textura y en cada color, como el fucsia, el granate, el blanco o el crema, el negro y el marrón.

Y así como los desayunos fueron propios de un dios era necesario hacer ejercicio, hice tanto que he quemado más calorías que fat burner y eso es bueno pues hay que conservar la figura y los índices de desempeño, mi corazón ha sido fortalecido y ha aprendido a amar mucho más, he sido feliz a plenitud por lo menos durante siete días consecutivos y eso es invaluable (¿o invalorable? ¡JA!), nunca olvidaré esos días, nunca olvidaré el sol de la primera semana del 2011.

Esos fueron los mejores desayunos en América.


Antonio Gamio

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