
Un billete de S/. 200.00 es algo usual en nuestras transacciones de fin de mes, me gusta su color, su textura y sobretodo su aroma cuando es nuevo, me encanta oler esos que salen de las ventanillas de los bancos, el aroma del dinero nuevo es delicioso, pero el tema de este humilde Blog no es el billete en sí, sino la figurita que lo representa, Santa Rosa de Lima, patrona de Las Américas y las Filipinas.
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Conocí a esa persona de niño, como muchos de nosotros a través de las aburridas clases de religión que nos impartían (e imparten aún) en nuestros colegios, como todo "niño bonito" estudié en un colegio religioso regido por curas norteamericanos, nada más cercano a una aldea Lebensraum que mi amado colegio ¡jajaja!, dentro de esas bellas aulas conocí a Rosa, la santa limeña.
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Siempre me extrañó su proceder, su extraño apego por el dolor y el sufrimiento, su esquizofrenía y su paranoia, su apetito insaciable por el oscurantismo dogmático, católica al fin, ya de adolescente descubrí que Rosa de Lima no era más que una loca-sadomasoquista-reprimida sexual-lésbica, fue así que lo que una vez imaginé de niño lo comprobé de joven, Santa Rosa = Santa Loca.
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Igualmente de adolescente nació en mi el gusto por aquel brutal ritmo llamado Heavy Metal, a pesar que provengo de una familia muy tradicional, imagínense que crecí escuchando tangos, valses, jazz y twist ¡y zarzuela y los clásicos!, mis gustos se definieron por un ritmo totalmente opuesto - en la mayoría de los casos, ya que el Heavy Metal proviene del blues y este del jazz- a la culta música que se dejaba oir en mi casa.
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Con el pasar de los años mis preferencias musicales fueron y vinieron, del Heavy Metal al jazz y de éste al chill-out, luego al r&b y de ahí al pop, y nuevamente al jazz y al blues, al Hard Rock y al Heavy Metal, al Prog, al Electrónic y así en un giro constante de gustos, estilos y colores, no obstante me quedo con el Heavy, no hay ritmo que se le compare. A fines de los 80s llegaron a mis oidos las tenebrosas melodías de un grupo llamado "Bathory" esa fue mi iniciación en el Black Metal, luego vinieron el Speed, Trash, Death, White, Folk, Groove, Doom, Nuke, Prog, Power, Industrial y finalmente Gothic Metal.
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Es ahí, en el Gothic Metal, en donde encaja Santa Loquita de Lima, pues las letras de los temas góticos son generalmente melodramáticas y fúnebres, suelen explotar temas de las música clásica, la barroca y la medieval, la temática de las letras suele tratar sobre religión, la depresión y el horror, comúnmente expresados de una forma romántica, es decir ¡Como anillo al dedo!, si esa loca viviese hoy fácilmente la "hacia grande" como vocalista de una banda de Gothic Metal.
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Imaginen la escena, Estadio Monumental, 60,000 personas, todo en tinieblas, una fría noche de 30 de agosto, algo de garúa, la niebla que se disipa sobre el estadio alejada por el clamor de la multitud que grita furibundamente ¡Rosa, Rosa, Rosa! cuando de pronto, las tinieblas se vuelven una oscuridad que se puede palpar, suena un ruido electrónico y a los primeros y furiosos acordes de una destemplada guitarra eléctrica acompañados de un coro trágico y gutural aparece vestida de blanco y negro Rosa de Lima, blusa blanca de gasa con volutas en los puños y en el cuello, pantalón de cuero tan ceñido que parece una segunda piel, botas altas con stilettos número 12, la cintura rodeada por una correa ancha de cuero con púas a su interior que desgarran la piel del vientre de Rosa, se dejan ver pequeñas gotas de sangre que se cuelan por los bordes, sobre su cabeza una corona de espinas hecha en acero, tan ajustada que duele y causa devaneos, y dentro de ella, en lo más profundo de su femineidad un dildo eléctrico que acaricia su virgo a mil golpes por minutos, éxtasis pleno, performance exquisita, los coros, las luces, el sonido, tremendo concierto, cuando de pronto, el silencio, Rosa en un paroxismo místico cae de rodillas, otra vez las tinieblas, aparece un spot light que sólo la alumbra a ella y... vuelven los tenebrosos coros, las guitarras y Rosa en un grito destemplado, botando espuma por la boca y con los ojos blancos grita "¡Soy tuya mi señor, soy tuya para siempre!", el publico, las 60,000 personas rompen en un pogo maldito que deja muchos maltrechos, el griterío es ensordecedor, es como morir cien veces, y así en medio de la pujante masa culmina uno de los números más espectaculares en la historia del rock.
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Por todo eso reafirmo, si esa loca viviese hoy fácilmente la "haría grande" como vocalista de una banda de Gothic Metal.
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Antonio Gamio
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