
Un caníbal o antropófago es aquel que come carne humana.
Supongo que habrás visto la trilogía del Dr. Hannibal Lecter (The Silence of the Lambs, Hannibal y Red Dragon) como él hay muchas personas con crueles tendencias por el placer con dolor, no tanto al nivel de aquel doctor sino en el aspecto retorcido de que el placer es el dolor de otro y viceversa ¿Estás tu en ese grupo?
Morder lentamente (léase leeeeeentameeeeeente), tanteando cada milímetro de piel, presionando con los dientes en la justa medida para que la mordida no cause cicatrices ni dolor intenso, solo una pizca de estremecimiento, sólo un atisbo de dolor, sólo una gota de deseo pero tan intensa como un temblor, un canibalismo sutil, sofisticado, despiadado, todos lo hemos hecho en algún momento de nuestras vidas, para algunos esto ya se olvidó pues la pasión se acabó, para otros es el momento y para muy pocos lo acaban de descubrir o re-descubir.
Y que mejor inicio al ritual caníbal que morder los labios, el labio inferior de una boca perfecta, de labios proporcionados, de un ser humano (hombre o mujer) lo suficientemente capaz para recibir esos ataques y también lo suficientemente retorcido como para contraatacar con éxito, el resultado de este primer momento es un par de labios hinchados, repletos de lujuria y placer.
Morder el cuello al mejor estilo vampyr es otra de las técnicas del gran juego de la seducción ¿Es técnica o perversión?, pellizcar con los dientes esa delicada piel causa que la adrenalina fluya a velocidades vertiginosas, morder y lamer, sintiendo como los latidos de tu presa van en aumento, como su cuerpo se estremece con cada embate de tu boca y de tus dientes y de tu lengua, y luego acariciar la herida disfrutando las marcas invisibles para luego volver a morder y lamer, morder y lamer el cuello de tu presa.
Así ataviados con trajes de cuero, acero y flagelos navegando por las tenebrosas sendas de lo animal, de lo instintivo, de lo básico, te revuelcas con tu víctima en una vorágine de deseo y placer, tanteando, palpando, mordiendo y lamiendo, mientras tu cuerpo transpira al ritmo de tus arremetidas, al ritmo de tus deseos primarios tal vez reprimidos por una débil cuerda que te une al mundo racional.
Busca y si aún no has encontrado a aquel ejemplar digno de presentar batalla sólo espera, cual cazador a la mejor presa, supongo que algún día llegara esa persona que se llevará los trofeos de tu depravación, de tu perversión, de tus más ocultas pasiones básicas, alguien que sea tan elegantemente decadente (elegantly wasted) como tú como para poner su bota fascista sobre tu cara o como para clavar sus stilettos en tu espalda. No sirven las palabras, gemir es mejor.
Una eternidad
esperé este instante
y no lo dejaré deslizar
en recuerdos quietos
ni en balas rasantes
que matan...
Entre caníbales
el dolor es veneno, nena
y no lo sentirás hasta el fin.
Mientras te muevas lento
y jadees el nombre
que mata...
Ah... come de mí, come de mi carne
Ah... entre caníbales
Ah... tomate el tiempo en desmenuzarme
Ah... entre caníbales
Una eternidad
espere este instante...
Soda Stereo – “Entre Caníbales”
Antonio Gamio
Supongo que habrás visto la trilogía del Dr. Hannibal Lecter (The Silence of the Lambs, Hannibal y Red Dragon) como él hay muchas personas con crueles tendencias por el placer con dolor, no tanto al nivel de aquel doctor sino en el aspecto retorcido de que el placer es el dolor de otro y viceversa ¿Estás tu en ese grupo?
Morder lentamente (léase leeeeeentameeeeeente), tanteando cada milímetro de piel, presionando con los dientes en la justa medida para que la mordida no cause cicatrices ni dolor intenso, solo una pizca de estremecimiento, sólo un atisbo de dolor, sólo una gota de deseo pero tan intensa como un temblor, un canibalismo sutil, sofisticado, despiadado, todos lo hemos hecho en algún momento de nuestras vidas, para algunos esto ya se olvidó pues la pasión se acabó, para otros es el momento y para muy pocos lo acaban de descubrir o re-descubir.
Y que mejor inicio al ritual caníbal que morder los labios, el labio inferior de una boca perfecta, de labios proporcionados, de un ser humano (hombre o mujer) lo suficientemente capaz para recibir esos ataques y también lo suficientemente retorcido como para contraatacar con éxito, el resultado de este primer momento es un par de labios hinchados, repletos de lujuria y placer.
Morder el cuello al mejor estilo vampyr es otra de las técnicas del gran juego de la seducción ¿Es técnica o perversión?, pellizcar con los dientes esa delicada piel causa que la adrenalina fluya a velocidades vertiginosas, morder y lamer, sintiendo como los latidos de tu presa van en aumento, como su cuerpo se estremece con cada embate de tu boca y de tus dientes y de tu lengua, y luego acariciar la herida disfrutando las marcas invisibles para luego volver a morder y lamer, morder y lamer el cuello de tu presa.
Así ataviados con trajes de cuero, acero y flagelos navegando por las tenebrosas sendas de lo animal, de lo instintivo, de lo básico, te revuelcas con tu víctima en una vorágine de deseo y placer, tanteando, palpando, mordiendo y lamiendo, mientras tu cuerpo transpira al ritmo de tus arremetidas, al ritmo de tus deseos primarios tal vez reprimidos por una débil cuerda que te une al mundo racional.
Busca y si aún no has encontrado a aquel ejemplar digno de presentar batalla sólo espera, cual cazador a la mejor presa, supongo que algún día llegara esa persona que se llevará los trofeos de tu depravación, de tu perversión, de tus más ocultas pasiones básicas, alguien que sea tan elegantemente decadente (elegantly wasted) como tú como para poner su bota fascista sobre tu cara o como para clavar sus stilettos en tu espalda. No sirven las palabras, gemir es mejor.
Una eternidad
esperé este instante
y no lo dejaré deslizar
en recuerdos quietos
ni en balas rasantes
que matan...
Entre caníbales
el dolor es veneno, nena
y no lo sentirás hasta el fin.
Mientras te muevas lento
y jadees el nombre
que mata...
Ah... come de mí, come de mi carne
Ah... entre caníbales
Ah... tomate el tiempo en desmenuzarme
Ah... entre caníbales
Una eternidad
espere este instante...
Soda Stereo – “Entre Caníbales”
Antonio Gamio
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